PALMA. El desfile del pregón sorprendió ayer a más de uno en la abarrotada calle Sant Miquel. Mientras el público se afanaba en apurar las rebajas vieron aparecer ante sus ojos a gigantes, cabezudos, dimonis y tambores por doquier atronando la calle.Con unos 20 minutos de retraso sobre el horario inicialmente previsto, la comitiva partió de la Plaza de España para enfilar la calle Sant Miquel. El paso de la variopinta comitiva entre las que se encontraba payesa seguidas a escasos metros por los dimonis, alteraron el bullicio cotidiano de esta arteria comercial palmesana.Los tamborers de la Sala, embutidos en un traje clásico, abrieron el paso de la comitiva. Uno de los gigantes se dobló para acercar su enorme rostro a escasos centímetros de la carita de un pequeño, subido a los hombros de su padre. El niño apenas pudo articular palabra alguna.A continuación, una colla de dimonis y sus escobazos despertaron al transeúnte más adormecido. "¡Es bueno, es bueno!, trataba de convencer una madre a su niña de que los pavorosos cuernos no estaban reñidos con la bondad del dimoni. Para disipar cualquier duda, otro demonio infantil extendía la mano y entregaba caramelos a niños bastante mayores que él.El vuelo de la falda de una gigante, girando sobre sí misma como si de una peonza se tratara, cautivó a muchos de los presentes. Un voltor negre seguido por un enorme porc negre también despertaron expectación. Este último por las potenciales sobrasadas de haber sido real.Con cierta antelación, la comitiva alcanzó la plaza de Cort. Allí aguardaba uno de los momentos más emocionantes. El grupo de castellers alcanzó su máxima altura, entre los vítores del público. La niña que coronó el castell iba protegida con un casco. No obstante, el griterío fue notorio una vez que la anxaneta fue izada a Cort después de asirse con fuerza a una cuerda lanzada desde el balcón.ANECDOTARIO· Pequeños ´dimonis´ a escobazo limpio– La virulencia con la que algunos pequeños dimonis se emplearon llamó la atención. Al toparse con un niño de su edad, no reparaban en esfuerzos para usar la escoba y amedrentar al otro.· El peligro inminente de la cola del dragón– Los giros repentinos de un dragón sobre ruedas hizo peligrar la cabeza de uno de los portadores. El hombre tuvo que agacharse para evitar ser alcanzado de lleno y recibir un inoportuno golpe en la cabeza.· Posado con la payesa como si de una ´rock star´ se tratara– Al llegar a la Plaza Mayor muchos presentes no quisieron perder la ocasión. Cámara digital en mano, fotografíaban al amigo de turno después de posar con una de las payesas.· El descanso del gigante para poder proseguir el camino- Manejar un gigante y hacerle rotar sobre sí mismo no es una tarea fácil. Los portadores de los gigantes aprovecharon los parones para salirse de las faldas y tomarse un respiro antes de poder continuar.· Comerciantes y público hicieron un alto en la frenética jornada– Las rebajas habían acaparado ayer todo el protagonismo en la calle Sant Miquel. La aparición de gigantes, tambores y dimonis provocó una escena insólita. Los comerciantes y el público salieron a la calle a ver el desfile del pregón codo con codo.
Mi regalo más grande...
Quisiera me regalaras
Un sueño escondido
O nunca entregado...
De esos que no se abrir
Delante de mucha gente
Porque es el regalo más grande, es
Sólo nuestro para siempre
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